Y ser ejemplo viene, porque si algo he aprendido con los años es que la educación va más allá de lo que la gente se para habitualmente a pensar.
Y es normal con el ritmo de vida que se lleva hoy en día, ya sea a causa de las actividades laborales, familiares, aficiones o redes sociales, en total una suma de casi el 100% de nuestro tiempo mientras estamos levantados, que no quiere decir que estemos despiertos si se me permite la broma.
La vida se ha ido convirtiendo en un proceso ansioso por ocupar el tiempo tanto en actividades reales como son las que uno realiza y actividades imaginarias que son las que realizan otros per las vivimos como si fueran nuestras.
A todo esto, aparecen los niños y niñas en los diferentes tipos de núcleos familiares que escogen el reto de intentar educar entre todo ese coctel y al que habrá que sumar la presión social y sobre todo de las grandes marcas tecnológica que quieren robarles la vida pretendiendo que realicen más actividades imaginarias que reales.
Pero no nos desviemos porque este tema tiene muchas ramas y seguirlas todas es imposible. Volvemos al principio y vamos a pararnos a pensar sobre la educación.
¿Qué es la educación?
La educación es según la Rae: Crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes. Pero también es la acción y el efecto de educar, y esta es la que nos interesa hoy aquí.
¿Qué es el arte de educar?
Gran pregunta y con una respuesta por encima de las demás, y es que por encima de apuntar los niños a una buena guardería, colegio, instituto o universidad, donde esa actividad queda delegada a la interacción social y a l@s compañer@s, y por encima de lo que las redes sociales les pueden transmitir que es o no correcto, aunque normalmente de dudosa credibilidad, hay un factor base que se produce sobre todo durante los primeros doce años de vida; el ejemplo que el ser vive y pervive en su casa de sus progenitores.
Y aquí es donde nos deberíamos formar más y estar más atentos, porque el resultado de lo que los niñ@s serán depende en su mayor porcentaje de este apartado.
Después entre los 12 y los 15 se pueden pulir aspectos o transmitirles algun valor añadido para que hagan frente a lo que será la adolescencia, cada vez más larga y que puede llegar en algunos casos hasta avanzados los 40 años, pero eso es otra rama, aunque seguro que muchos conocemos ejemplos de esos adulniñ@s que siguen sin madurar emocionalmente y viven estancados en la adolescencia.
Como decíamos; coger conciencia de ser ejemplo es lo mejor que le podemos regalar a los niñ@os que estamos educando con cada respiración en casa.
¿Qué es ser ejemplo?
Pues un ejemplo es aquello que sabemos y somos conscientes que hacemos y que los niñ@s copiara e imitaran porque se o ven hacer a sus mayores y por lo tanto consideran que esta bien, es correcto y generalmente es su manera de buscar la aprobación y la recompensa de sus predecesores.
¿Y dónde está el problema?
El problema viene cuando no somos conscientes de nuestro comportamiento y de lo que hacemos.
No de lo que decimos, porque lo que les decimos puede sonar muy bien, acuéstate pronto, no mires la tele demasiadas horas, lávate los dientes, péinate, siéntate bien en la mesa, come verdura, fruta, nada de procesados, deja el móvil, las redes sociales te quitan el tiempo, estudia, lee y mil frases maravillosas de la buena educación positiva tan de moda hoy en día.
Pero hay un “pero” inmensamente grande en toda esa educación teórica y de palabra: la práctica y los hechos, y es que; ¿que hacemos nosotros realmente delante de los ojos de esos que nos quieren imitar y buscar nuestra aprobación para sentirse y pertenecerse como miembro de pleno derecho de ese núcleo familiar?
Si llegamos a casa y nos ponemos a mirar la tele, o les decimos que callen que no oímos lo que ese desconocido de la cajita tonta está diciendo; eso harán multiplicado por 10 los niñ@s. Si miramos el móvil comiendo; eso harán los niños multiplicado por diez. Si no leemos, ellos tampoco lo harán, si no estudiamos (porque estudiar no solo es para cuando tenemos menos de 25 años ), ellos tampoco estudiarán. Si nos vamos a dormir tarde, ellos querrán hacer lo mismo y así con cada pauta de conducta que tengas, ellos, sin los valores que se le presuponen aun adulto: harán o querrán hacer lo mismo.
Y así con el tiempo y llegando a la adolescencia, te puede encontrar con un marrón en casa que ni te imaginas hasta que no llega, pretender que estudie para su futuro cuando no lo ha visto hacer, o que pase de la tecnología cuando el propio padre ya era de los primeros adictos a la “play” con sus “coleguis”, es uno de los casos más comunes y donde los adultos ni se han dado cuenta de lo que estaban sembrando y ahora empiezan a recoger.
Aunque nunca sea tarde, cada año que pasa sin que se revisen los hábitos familiares, dificulta más y más que una buena educación cale en la base de los hij@s. Y después ya solo quedara culpar a los profesores, al sistema escolar, a las televisiones y a las redes, pero la verdad es que todo empezó con el ejemplo que les dimos.
¿ como contarle a un niñ@ desde su inocencia que beber alcohol o tomar café son perjudiciales para la salud si el primer olor que sentía por la mañana era el de ese café que servía para despertar y veía día a día como iban cayendo las copas de vino en las comidas?
En resumidas cuentas, es una muy buena muestra de amor por nuestros hij@s revisar nuestro comportamiento, pues de el depende su futuro, si es que queremos que tengan alguno y alguna oportunidad en la vida que cada vez se está poniendo más complicada y competitiva.
Sé consciente que eres su ejemplo, sé consciente de todo tu comportamiento y de todos tus hábitos, pues su futuro depende en un gran porcentaje de ellos.
Y si no sabes cómo, pasa por esfera y pregunta por nuestro estudio familiar de hábitos para descifrar lo poco que hay que hacer para mejorar la calidad de vida familiar.