Efectivamente, plantas y humanos somos simbiones, para ser más exactos; simbiontes. Y esto quiere decir que hay una simbiosis entre ellos.
Si buscamos la definición de simbiosis veremos que es la asociación de individuos animales o vegetales de diferentes especies, sobre todo si los simbiontes sacan provecho de la vida en común.
Aunque la palabra simbión en sí misma no esté todavía reconocida en castellano, la podemos usar, pues es parte de la misma evolución del lenguaje y de la original simbionte, que de paso sea dicho, suena mucho mejor.
Entremos en materia
A pesar de sus aparentes diferencias, plantas y humanos comparten una necesidad fundamental: la respiración. Ambos organismos, plantas y humanos, dependen de este proceso vital para obtener la energía necesaria para sus funciones básicas. Si bien los mecanismos específicos de las plantas y humanos difieren, la esencia de la respiración permanece constante: un intercambio gaseoso que permite la vida en el planeta.
Demos un vistazo al sistema respiratorio humano:
El sistema respiratorio humano es una compleja red de órganos que trabajan en conjunto para capturar el oxígeno del aire y eliminar el dióxido de carbono, un producto de desecho.
El aire ingresa por la nariz y la boca, donde se filtra y calienta. Luego, viaja por la tráquea y se ramifica en los bronquios y bronquiolos, que terminan en los alvéolos, pequeños sacos donde ocurre el intercambio gaseoso.
La sangre rica en dióxido de carbono deposita este gas en los alvéolos, mientras que el oxígeno del aire se une a los glóbulos rojos. La sangre oxigenada regresa al corazón, y el ciclo se repite.
Es Esfera lo estudiamos en nuestras diferentes formaciones para conocer el sentido holístico de las terapias tradicionales.
Descifrando la respiración vegetal:
Las plantas, a su vez, poseen un sistema respiratorio menos visible pero igualmente eficiente. La fotosíntesis, el proceso por el cual las plantas convierten la energía solar en alimento, también implica la respiración.
Durante el día, las células vegetales absorben dióxido de carbono a través de los estomas, pequeñas aberturas en las hojas.
Dentro de las células, el dióxido de carbono se utiliza para producir azúcares y oxígeno. El oxígeno, como subproducto, se libera a la atmósfera a través de los estomas.
Por la noche, la respiración celular continúa, pero la fotosíntesis se detiene, lo que genera una pequeña cantidad de dióxido de carbono que se libera al aire.
No deja de sorprendernos la exactitud que hay entre las respiraciones de plantas y humanos.
Sorprendente viendo como tratamos a las plantas.
Pues eso no es todo, en esta relación plantas y humanos, desde el trato que les damos a las plantas, hasta la incomprensión que tenemos de ellas y la falta de comunicación o aislamiento que sufren en las grandes ciudades o la devastación del gran pulmón en el Amazonas, todo es una trampa que repercute directamente sobre el ser humano.
A más humanos, más plantas por proporción, porque si no es así se descompensa la vida en el planeta, al igual que ha pasado al eliminar a depredadores animales naturales que han permitido que se estén produciendo plagas ahora imparables por el ser humano, pero no perdamos el hilo.
Similitudes y diferencias en la respiración:
Tanto la respiración humana como la vegetal de plantas y humanos, dependen de la difusión, el movimiento de moléculas de una zona de alta concentración a una de baja concentración.
En el caso de la respiración humana, el oxígeno se difunde desde los alvéolos a la sangre, mientras que el dióxido de carbono se difunde en sentido contrario. En las plantas, el dióxido de carbono ingresa a las células a través de los estomas y el oxígeno se libera de la misma manera.
Sin embargo, existen diferencias clave en plantas y humanos. Los humanos respiran activamente, utilizando músculos para expandir y contraer los pulmones, mientras que las plantas respiran pasivamente, impulsadas por la difusión y los cambios de presión atmosférica. Además, la respiración humana ocurre continuamente, mientras que la respiración vegetal varía según la hora del día y la intensidad de la fotosíntesis.
Una danza complementaria:
A pesar de sus diferencias entre plantas y humanos, la respiración humana y la vegetal están intrínsecamente conectadas. Las plantas, a través de la fotosíntesis, liberan el oxígeno que los humanos necesitan para respirar. A su vez, los humanos, al exhalar dióxido de carbono, proporcionan el gas que las plantas necesitan para la fotosíntesis. Esta danza gaseosa es esencial para la vida en la Tierra, creando un equilibrio delicado que sustenta la existencia de ambos reinos.
En conclusión, la respiración, tanto en el ser humano como en las plantas, es un proceso fundamental para la vida. Si bien los mecanismos específicos difieren, la esencia de la respiración permanece constante: un intercambio gaseoso que permite la obtención de energía y la eliminación de desechos. Esta similitud fundamental, a pesar de las aparentes diferencias entre ambos organismos, resalta la profunda conexión que existe entre el hombre y la naturaleza.
Un ciclo sinérgico entre plantas y humanos.
La respiración entre plantas y humanos dependen de la difusión, el movimiento de moléculas de una zona de alta concentración a una de baja concentración. En ambos casos, este proceso es esencial para el intercambio de gases vitales.
La respiración vegetal libera el oxígeno que los humanos necesitan para respirar. A su vez, los humanos, al exhalar dióxido de carbono, proporcionan el gas que las plantas necesitan para la fotosíntesis. Esta danza gaseosa es esencial para la vida en la Tierra, creando un equilibrio delicado que sustenta la existencia de ambos reinos.
Una conexión profunda:
La interdependencia del sistema respiratorio de plantas y humanos, nos recuerda la profunda conexión que existe entre el hombre y la naturaleza. Somos parte de un ecosistema complejo e interconectado, donde cada organismo juega un papel vital en el mantenimiento de la vida.
Además, desde hace unos años, sabemos que sobre las seis de la tarde es cuando se produce el cambio de funciones tanto en las plantas como en los seres humanos.
Por eso se aconseja no ingerir alimentos a partir de esa hora, porque nuestro organismo pasa a producir con base a los alimentos ingeridos anteriormente.
Las plantas, lo mismo, sobre la misma hora realizan un cambio de función y empiezan unos nuevos procesos hasta las seis de la mañana, hora en que los humanos, “casualmente” también vuelven a invertir la función y pueden volver a alimentarse.
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